De Buenos Aires a Luján
hay un trayecto
que no se puede recorrer
los pasos
ya no resisten el desfasaje
de las placas tectónicas
una huella que se pierde
frente al cansancio
de semejante peregrinación
ir y volver
es sólo un ejercicio
una suerte de proeza
prometida una y otra vez
a fuerza de espasmos
pequeños desplazamientos
imperceptibles
o transformaciones
de un espíritu sísmico
que a cada temblor
con cada nueva erupción volcánica
va descubriendo
la geografía de la distancia.