Como una lenta marea
a las diez de la mañana
el feriado arrasa con el mundo
y no deja más que mi voz
el supermercado chino
y esa solitaria mujer en el zaguán
tomando cerveza con pajita.
La lata brilla
como un diamante bajo el sol
y yo no logro darme cuenta
si es la luz lo que me embriaga
la mujer y su tesoro
o el movimiento de las olas
de ese mar invisible
dorado y espumoso
que nos rodea.