y vos me diste de comer en la mano
cómo a un ave silvestre
perdida en la ciudad
sin quererlo
me posé sobre tu pecho
y comí de esa semilla
un corazón tierno entre los dientes
el sabor de los latidos
la carne tibia
avanzando como una cárcel
traté de huir pero fue imposible
el cuerpo duro
se negó al movimiento
pasaron los días
los amantes y las noches
pero nosotros seguimos ahí
entre el sonido de las hamacas
detenidos para siempre
como una estatua y su paloma.
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