jueves, 30 de julio de 2015

Sigo con mis ojos el recorrido de la hiedra. Siento la furiosa velocidad de sus ramas viajando por debajo de la piel. Es que somos hermanos gemelos y estamos embarcados en una misma travesía. Dos criaturas huérfanas trepando por el oscuro territorio del cemento. La perspectiva no nos permite verlo, pero sabemos que sol brilla en lo alto del muro. Lo que comienza de este lado de la pared siempre termina del otro. Ahora cae la lluvia sobre nuestras espaldas y poco a poco se detiene el movimiento. Por más que nos desnudemos, con los años, el ropaje del tiempo comienza a pesar.

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